La Tierra de Su Promesa
Hermanos, en esta ocasión analizaremos cómo una mala decisión puede determinar toda una vida alejada de Dios y sus promesas.
Hablemos de uno de los hijos de Jacob. Sabemos que tuvo 12 varones con 4 mujeres distintas, específicamente hablaremos de Gad, quien fue el séptimo y el primer hijo de Zilpa, criada de Lea, primera esposa de Jacob. (Génesis 30:10-11).
Esta tribu es peculiar, pues los hombres de guerra eran bastante feroces y fuertes. (Deuteronomio 33:20). Se dice que eran como leones en la batalla, mutilando brazos y cabeza de sus oponentes, algunos de esta tribu se unieron al ejército de David y fueron valerosos en las conquistas del Rey. (1 Crónicas 12:8). Pero no adelantemos el tiempo en la historia; vayamos muchos años antes, cuando Dios destruye a los reyes Madianitas: el pueblo de Israel se encontraba a punto de cruzar el rio Jordán y comenzar la conquista. Dos tribus, una de ellas la de Gad, deciden renunciar a su herencia en la tierra prometida y piden a Moisés quedarse en ese lugar. Estando a pocos kilómetros, no les interesó poseer la tierra que Dios había prometido a Abraham. (Número 32:4-8). Decidieron permanecer alejados de la Gloria de Dios, pues años después, cuando el arca se estableció en Jerusalén, ellos fueron de las tribus más alejadas.
La tribu de Gad tomó un riesgo muy alto, no poseer la herencia de Dios ¿resultó bien? Leamos Lucas 8:26-27; 32-37.
"Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea. Y saliendo él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros... Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó. Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y ahogóse. Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por las heredades. Y salieron á ver lo que había acontecido; y vinieron á Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, y en su juicio, á los pies de Jesús; y tuvieron miedo. Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel endemoniado. Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, le rogaron que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y él, subiendo en el barco, volvióse".
Lo que vemos en esta lectura es la consecuencia del riesgo que tomaron, generaciones alejadas de Dios terminaron en ese tiempo por asimilarse completamente con el mundo, olvidando las promesas y mandamientos, contaminando su cuerpo con carnes no limpias; no pudieron reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, amaron más el mundo y la seguridad de sus riquezas, que la salvación que se presentaba delante de ellos. Los Gadarenos no permitieron que Jesús entrara en la ciudad, menospreciaron la oportunidad que Dios les daba para volver a estar cerca de Su Gloria.
Esta es una gran enseñanza para nosotros, algunos no nos atrevemos a cruzar el rio para estar cerca de Dios, quizá tengamos miedo, desconfianza o menospreciemos la herencia, pero lo cierto es que preferimos permanecer al margen de la Gloria de Dios. Tal vez parezca prudente no enfrentar a gigantes, permanecer en la comodidad y la seguridad que este mundo ofrece, como los de Gad, pero vemos que el final es una vida completamente alejados de Dios.
Concluiremos con el verso de Filipenses 3:8
"Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida por el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y téngolo por estiércol, para ganar á Cristo".
Si luchamos por alcanzar la promesa, no habrá nada en este mundo que tenga mayor valor que el conocer al Hijo del único Dios, el cual nos ha llamado y nos da la bienvenida a la tierra de Su promesa.
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